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Historia, Protoss
Los Xel'Naga los primeros Nacidos
Aunque solamente quedan pequeños fragmentos de documentación,
los antiguos textos Protoss, hablan de una raza muy avanzada que gobernó
en miles de mundos de la galaxia, hace decenas de millones de años. Se
rumoreaba que esta enigmática raza, frecuentemente llamada los Xel'Naga,
o los "viajeros de la lejanía", habían sembrado y cultivado
miles de especies diferentes en los fríos y estériles mundos dentro de
su dominio. Las tradiciones Protoss mantienen que los Xel'Naga eran una
raza pacífica y benevolente, totalmente dedicada al estudio y la propagación
de la evolución sensible dentro del universo. No se sabe nada del origen
de los Xel'Naga, salvo que no eran nativos de la galaxia que dominaban.
Obsesionados con conseguir la forma de vida perfecta, los Xel'Naga se
esforzaron en crear una criatura que estuviera definida por una marcada
"pureza de forma". Durante miles años dirigieron los delicados
procesos evolutivos de sus especies en ciernes. A pesar de que sus prolongados
experimentos produjeron muchas desviaciones y mutaciones intrigantes,
las razas que los Xel'Naga cultivaban nunca satisfacían sus gigantescas
esperanzas. Al final desesperados, los Xel'Naga concentraron sus esfuerzos
frustrados en el mundo más prometedor de todos los que habían construido.
Aiur, un enorme mundo jungla en el extremo de la galaxia, en el que había
nacido una raza de seres muy avanzados. Estos seres eran increíblemente
adaptables a condiciones naturales y climáticas duras. Su fuerza y su
velocidad no tenían igual entre las razas que los Xel'Naga conocían. La
raza había desarrollado una sociedad tribal rudimentaria basada en la
caza en grupo y reglas de guerreros. No obstante, su aspecto más característico
era que se comunicaban unos con otros a través de un modo muy complejo
de telepatía instintiva que les permitía trabajar en comunidad con gran
eficacia. Los Xel'Naga estaban contentos con los avances de su ultima
creación y reconocieron que la nueva raza era el primero de todos sus
experimentos en evolucionar más allá de las restricciones salvajes de
las formas de vida más básicas. Para distinguir su ascensión en el orden
galáctico, los Xel'Naga dieron a la nueva raza el nombre de Protoss o
"los Primeros Nacidos".
Los
primeros Protoss vivían en armonía, recluidos en el mundo de Aiur durante
cientos de generaciones, sin conocer nunca de la existencia de los criadores
Xel'Naga que les observaban desde lejos.
Aunque los Protoss eran la especie más avanzada que surgió,
los Xel'Naga todavía no estaban satisfechos con sus lentos avances y decidieron
que era adecuado llevar la evolución de los Protoss más allá. Los Xel'Naga
emplearon otro milenio más guiando sutilmente los pasos de sus hijos,
hasta que al final tuvieron éxito llevando a los Protoss a un estado de
sensibilidad y conciencia totales. Los Primeros Nacidos gradualmente se
convirtieron en seres altamente intelectuales e introspectivos, consiguiendo
niveles muy altos, no solo en sus avances culturales, sino también en
los avances personales e individuales. Exultantes con su aparente éxito,
los Xel'Naga finalmente se dieron a conocer a los Protoss, sin sospechar
en el caos que estaba por venir
La Partida y El Eón del Conflicto
La civilización Protoss se extendió por la faz de Aiur
en tan solo unos miles de años, terminando con las tribus rivales acatando
un gobierno centralizado. En un intento de discernir la extensión de la
evolución de su creación, los Xel'Naga habían bajado de los cielos e integrado
en la cultura Protoss. La llegada de los Xel'Naga parece que unió más
a las tribus desperdigadas, ya que los Protoss, extremadamente contentos,
buscaban en sus ancianos creadores nuevas verdades e ideas. Los Xel'Naga
se maravillaban por la disposición de los Protoss de sondear los misterios
del universo que los rodeaba. Los Protoss abrigaban una sed insaciable
de conocimientos que los llevó a desarrollar tendencias radicales y progresivas
de estudio científico y metaneural. A medida que crecían su entendimiento
y su conciencia personal, los Protoss se hicieron excesivamente orgullosos
y empezaron a dar mayor valor a los logros individuales que al avance
comunitario. Las tribus con más éxito empezaron a aislarse unas de otras,
cada una buscando definir sus propios roles, no sólo dentro de su sociedad
inmediata, sino también en el universo más amplio. A medida que las tribus
se separaban más y más, los Xel'Naga se tabaleaban de frustración. Especulaban
si no habrían presionado demasiado la evolución de los Protoss y con ello
echado a perder la pureza de su creación. Muchos Xel'Naga creían que los
Protoss habían perdido uno de sus puntos fuertes, ya que los egos individuales
habían superado a la primitiva unión comunitaria.
Las
Tribus, movidas por búsquedas individualistas, hicieron resurgir sus propios
principios y ritos ancestrales para separarse aún más de sus hermanos.
Olvidando el tiempo en el que sólo había temor y reverencia ante sus creadores,
empezaron a crecer sospechas entre las Tribus sobre el interés de los
Xel'Naga en sus asuntos. A medida que pasaban los meses en Aiur, los Protoss
empezaron a sentirse más retraídos con sus profesores Xel'Naga, ya que
en cada Tribu corrían rumores salvajes e infundados sobre la supuesta
traición de sus creadores. Intentando separarse completamente del resto
de su raza, las Tribus empezaron a perder la conexión con su unión psíquica
primitiva. La ruptura de la empatía inherente de los unos con los otros
de los Protoss, fue la causante de la disolución de los últimos restos
de unidad y hermandad entre ellos. La separación de la unión psíquica
también fue el mayor signo para los Xel'Naga de que los Protoss trágicamente
habían perdido el elemento más fundamental de su grandeza. Convencidos
de que habían cometido un grave error presionando su creación "fallida"
a demasiada velocidad, los Xel'Naga decidieron abandonar Aiur para siempre.
Los recelosos Protoss al oír de la partida de sus creadores, reaccionaron
con un ataque precipitado y violento contra las naves-mundo de los Xel'Naga.
Cientos de Xel'Naga resultaron Muertos a manos de los furiosos Protoss,
los mismos que hace tan sólo unas décadas los habían adorado como dioses.
Los Xel'Naga repelieron el temerario ataque de los Protoss y con tristeza
lanzaron la mayoría de sus naves enormes al vacío sin caminos más allá
de Aiur. Las Tribus Protoss que se habían quedado confusas y abandonadas
desde la Partida, se volvieron unas contra otras en desesperación. Lo
que siguió ha sido relatado como la guerra más sangrienta y violenta que
halla tenido lugar en la historia galáctica: El Eón del Conflicto. Las
furiosas batallas libradas durante el Eón del Conflicto duraron innumerables
generaciones de Protoss, todas ellas dedicadas a perpetuar la culpa de
su abandono. A pesar de que no quedan muchos documentos de este "período
perdido" de la historia Protoss, está claro que los Primeros Nacidos
se convirtieron en legiones frenéticas de asesinos despiadados.
Movidos durante siglos de odio irreflexivo contra sus
hermanos, generaciones enteras de Protoss vivieron y murieron sin incluso
conocer los legado de su pasado o la unión psíquica primitiva que sus
antepasados una vez compartieron. Según cuenta la leyenda, incluso las
mayores masas de tierra de Aiur fueron devastadas en la lucha épica entre
las Tribus enloquecidas. Parecía que la totalidad de la, una vez gloriosa,
cultura Protoss estaba al borde de la completa desaparición.
Khala: El Camino de la Ascensión
Aunque hubo muchos factores diferentes que llevaron al
final del Eón del Conflicto, se cita un descubrimiento sin precedentes
como la causa de los cambios radicales de la Segunda Edad. Mientras las
enemistades morales seguían cobrándose víctimas en otra generación más
de guerreros, Protoss un místico excéntrico tuvo una idea fundamental.
El Místico, cuyo nombre verdadero ha quedado olvidado en los anales de
la historia, al final recibió el nombre de Khas, o "el que trae el
orden". Khas, habiendo estudiado las enseñanzas arcaicas prohibidas
de los Xel'Naga, desenterró unos antiguos artefactos monolíticos conocidos
como Cristales Khaydarin. Los cristales, olvidados por los apresurados
Xel'Naga, eran fundamentales para facilitar sus experimentos protogénicos.
Khas fue capaz de canalizar las energías primitivas de los Cristales a
través de él mismo, permitiéndole el acceso a la unión psíquica primordial
de su raza. Por primera vez en miles de años, se toco la fibra sensible
primitiva de los Protoss. Khas, inundado por las emociones que emanaban
de cada uno de los miembros de su raza, supo que los Protoss no habían
perdido su unión primitiva, simplemente habían olvidado como sintonizarse
con ella.
Horrorizado
por las emociones bélicas que habían estado destruyendo su raza durante
incontables siglos, Khas empezó a buscar una forma de curar los dolores
abrazadores de su gente. Reunió a muchos Protoss jóvenes y enseño a la
nueva generación de guerreros como tener acceso a su unión psíquica latente.
Estos jóvenes, de repente libres para distanciarse del horrendo conflicto
que les rodeaba, pudieron ver claramente que la lucha de su raza era un
disparate. Creían que los Xel'Naga habían hecho lo correcto abandonándolos
y que, debido a que la "esencia" racial había sido corrompida
por el surgimiento del ego, eran, sin duda, una creación fallida. No obstante,
mantenían que como su fallo inherente no era culpa suya, el conflicto
interno de los Protoss y el tumulto racial no tenía base y estaba hueco.
Khas desarrolló un sistema racial de progresión psíquica con la esperanza
de disciplinar a la nueva generación y evitar que repitieran los trágicos
errores de las generaciones pasadas. Siguiendo las teorías de Khas sobre
la "corrupción de la esencia" de los Protoss, el Khala o el
Camino de Ascensión pidió a los Protoss que olvidaran sus propios caprichos
y se esforzaran por reunificar a su raza comunitaria, una vez tan poderosa.
La mayor esperanza de Khas era que el Khala instilase un nuevo sentido
de esencia y vitalidad en la raza Protoss. Poco a poco, muchos Protoss
dejaron sus antiquísimas enemistades y se reunieron a las crecientes legiones
de Khalai. Esto marcó el verdadero punto de inflexión del Eón del Conflicto
y llevo a la fundación de la Segunda Edad. A medida que las terribles
guerras iban disminuyendo y las Tribus otra vez empezaron a curarse y
unirse, la premisa del Khala empezó a calar incluso en las raíces más
profundas y fundamentales de la nueva sociedad Protoss.
Dae'Uhl: La Administración
El Khala, principalmente significó definir un sistema
rígido de comportamiento, así como también produjo el cambio de una sociedad
Tribal a un sistema de Castas. Todos los miembros de las Tribus Protoss
fueron divididos en tres nuevas castas: los Judicatores, los Khalai y
los Templarios. Este cambio funcionó para eliminar los últimos restos
de viejas hostilidades entre las Tribus y reforzar la resolución de los
Protoss para comenzar de nuevo. La casta de los Judicatores estaba compuesta
de ancianos y hombres de estado Protoss cuya principal responsabilidad
era gobernar a los Protoss con los dictados de la ley Khala. La Asamblea
de Judicatores estaba regida por un pequeño grupo de Ancianos conocido
como el Cónclave. La segunda casta, conocida como los Khalai, se componía
de la mayoría de la sociedad Protoss. La casta Khalai representaba a los
industriales, científicos y trabajadores que continuaban reconstruyendo
sus tierras natales después de los duros conflictos del Eón de Conflicto.
La tercera casta, llamada los Templarios, eran los guerreros sagrados
y los defensores de Aiur, quienes seguían las disciplinas del Khala para
conseguir los elevados poderes psiónicos. Bajo el nuevo liderazgo del
Cónclave y sus Administradores Judicatores, y armados con el celoso poder
de los Templarios, los Protoss pronto reconstruyeron su diezmado mundo
de Aiur, convirtiéndolo en un bullicioso paraíso. Con su creciente prosperidad,
que les condujo a redescubrir muchas de las ciencias y estudios que habían
perdido, los Protoss a viajar por las estrellas. En el curso de unos pocos
cientos de años, los Protoss conquistaron cientos de mundos dentro de
su rincón de la galaxia y extendieron los frutos de su gran civilización
a muchas de las razas más avanzadas que encontraron. Con todo esto, los
Protoss, sin proponérselo, tuvieron éxito al reclamar un octavo de los
mundos que antes habían presidido los Xel'Naga. De acuerdo con los estrictos
códigos del Khala, los Protoss asumieron la carga del Dae'Uhl o la "Gran
Administración". Siguiendo las antiguas tradiciones de los Xel'Naga,
el Dae'Uhl exigía que los Protoss protegieran y salvaguardaran a las razas
inferiores que vivían a su sombra. No obstante, a diferencia de sus predecesores,
los Protoss se negaron a manipular o interferir en los procesos evolutivos
de las razas inferiores bajo su protección. Siempre atentos contra amenazas
xenomórficas, los Protoss observaban de cerca a sus pupilos que no sospechaban
nada. Pero, igual que los Xel'Naga muchos milenios antes, los Protoss
mantuvieron su presencia oculta a las razas inferiores que tenían a su
cuidado. Muchos cientos de especies crecieron y prosperaron en los diferentes
mundos de su espacio, si saber nunca que estaban secretamente vigilados
desde las alturas.
Los Templarios Tétricos
A pesar de que su nueva civilización ilustrada crecía
y prosperaba, el Cónclave Protoss mantenía un oscuro y vergonzoso secreto
oculto a las masas. Había unas cuantas Tribus disidentes que se negaban
a aceptar el Khala, creyendo que sus identidades individuales desaparecerían
para promover aun más la regla de los Judicatores. Las Tribus Rogue no
eran hostiles o militantes, pero creían que la agenda comunitaria del
Cónclave sería la condena final de su raza. Por tanto, el conocimiento
de las Tribus Rogue era mantenido en secreto, ya que el Cónclave creía
que su aberrante influencia podría extenderse por toda la sociedad Protoss
y destruir todo lo que Khas había conseguido. Convencido de que las Tribus
Rogue constituían una amenaza palpable para el nuevo orden, el Cónclave
ordenó a las fuerzas de Templarios que erradicaran a los disidentes. Los
Templarios, dirigidos por un joven guerrero llamado Adun, no podían resignarse
a acabar con sus desobedientes hermanos. En su lugar, el idealístico Adun
intentó ocultar las Tribus Rogue de la vista del Cónclave. Adun creía
que podría convencer a los Rogues de la verdad del Khala enseñándoles
a manipular sus propios poderes psiónicos latentes. A pesar de que sus
poderes eran iguales a los de los poderosos Templarios, los Rogues siguieron
negándose a someter sus libres y apasionados espíritus al Khala. Sin la
disciplina del Camino de Ascensión, los poderes de los Rogues aumentaron
vertiginosamente hasta quedar fuera de control y liberaron horribles y
devastadoras tormentas a través de los campos de Aiur. El Cónclave, sorprendido
porque los Templarios no hubieran destruido a las Tribus Rogue, intento
salvar la situación desesperada. Si el Cónclave castigaba a Adun y los
Templarios por su insubordinación, sería forzado a reconocer públicamente
la existencia de los Rogues. De esta forma, el Cónclave decidió desterrar
para siempre de Aiur a las Tribus desobedientes. Los Templarios a las
ordenes de Adun tuvieron que jurar silencio mientras los Rogues eran cargados
en una antigua, pero funcional, nave Xel'Naga y lanzados al vacío del
espacio. Desde entonces la Tribus Rogues son conocidas como los Templarios
Tétricos. Con el tiempo, la leyenda de los Templarios Tétricos se extendió
por la faz de Aiur, estimulando las imaginaciones de muchos Protoss jóvenes.
Para mostrar su desdeño hacia el Cónclave y sus lacayos Judicatores, los
Templarios Tétricos se cortaron ceremoniosamente sus apéndices nerviosos,
separándose para siempre de la unión comunitaria básica que comparten
todos los Protoss. Por todas partes se rumoreaba que como los Cazadores
de Sombras estaban separados de la fibra sensible de su raza, estaban
forzados a extraer sus energías psiónicas del oscuro y frío vacío del
espacio. Este cuento, sobre todos los demás, funcionó para incriminar
a los guerreros vagabundos durante todo el tiempo. Cazados y temidos
por sus propios hermanos, los Templarios Tétricos llevaban una existencia
solitaria dentro de sus naves estelares. Viajando por todo el frío vacío
del espacio, nunca dejaron de amar a Aiur y, de esta forma, trabajaron
para salvaguardar su Mundo de cualquier forma que secretamente pudieran.
La Humanidad y la Llegada de los Zerg
Los Protoss fueron testigos silenciosos de la portentosa
llegada de la Humanidad a su borde del espacio. Aunque los Protoss no
estaban seguros del origen vagabundo de los Terran, sabían que esos volátiles
humanos de vida corta serían interesantes de estudiar. Pasaron dos siglos
en los que los Protoss observaron a los colonizadores Terran en ciernes,
que tuvieron éxito creando colonias rudimentarias en una docena de mundos
dentro de los límites de los Protoss. Aunque su tecnología era inferior
a la de los Protoss, se adaptaron a los mundos en los que vivían y prosperaban.
Los Protoss encontraban a los Terran fascinantes porque luchaban constantemente
los unos con los otros, y aun así florecían y progresaban en sus tecnologías
e industrias a pasos agigantados.
Los
Protoss estaban alarmados por la velocidad a la que los Terran acababan
con los recursos naturales de sus diferentes mundos. A los ojos de los
Protoss parecía que los Terran no tenían respeto por el delicado equilibrio
de la naturaleza, mientras que corrían imprudentemente de un mundo al
siguiente, dejando, en su partida, nada más que descampados estériles.
Ordenados por los estrictos dictadores del Dae'Uhl, los Protoss tenían
prohibido interferir directamente en los imprudentes Terran, por mucho
que desearan hacerlo. Esta relación inconexa entre las dos razas duró
muchos años. Pero en una misión rutinaria de exploración Protoss, se encontraron
pruebas que marcaron una cierta perdición para los desventurados Terran.
El Alto Templario Tassadar, acompañado por su famosa fuerza expedicionaria
Templaria, encontró una cantidad de pequeñas construcciones biológicas
flotando cerca de los límites del espacio Protoss. Después de una inspección
más de cerca, Tassadar dedujo que los organismos alienígenas indescriptibles,
eran en realidad sondas de espacio profundo. Aunque Tassadar no podía
averiguar su punto de origen, estaba claro que se estaban dirigiendo al
sector Koprulu de las colonias Terran.
Tassadar llevó de vuelta las sondas vivientes a Aiur
para su inmediato estudio. Los extraños alienígenas no se parecían a nada
de lo que habían visto los Protoss hasta entonces. Las respectivas psicologías
de las sondas estaban creadas aparentemente para el viaje y reconocimiento
a través del espacio profundo. En un intento por discernir su procedencia,
los Protoss enfocaron las energías de los Cristales Khaydarin a través
de las minúsculas mentes de las sondas. Los Protoss no se lo podían creer
cuando descubrieron que las sondas alienígenas respondían rápida y naturalmente
a las potentes energías de los Cristales. Su sorpresa se vio aumentada
por el hecho de que sólo las criaturas nacidas de la protogenética de
los Xel'Naga podían procesar adecuadamente las energías de los grandes
Cristales. Más alarmante era la vaga corriente de pensamiento que se repetía
una y otra vez en los cerebros minúsculos de las sondas: "Encontrar
Humanidad"... "Erradicar"... "Aprender"... "Evolucionar"...
Los Protoss especularon que las sondas eran los precursores
de una gran y nueva amenaza a su sección de la galaxia. Si las criaturas
estaban creadas con tecnologías Xel'Naga, serían muy avanzadas y extremadamente
poderosas. Para los Protoss estaba claro que esta nueva Raza constituía
un peligro palpable para todos los seres vivientes y que, estuviera donde
estuviera, el grueso de la raza, todavía debía estar buscando a los confiados
colonizadores Terran.
Los Protoss empezaron a enviar exploradores avanzados
para buscar en las rutas espaciales circundantes cualquier signo de invasores
alienígenas. Tassadar reivindicó que bajo los dictados de Dae'Uhl, era
la responsabilidad elegida de los Protoss proteger a las razas bajo su
observación. No obstante el Cónclave discutía que si la "inútil"
raza de los Terran ya había sido infestada por alguna amenaza nueva, deberían
ser quemados y erradicados. Comenzó un gran debate entre los Judicatores
y los Templarios sobre como deberían implicarse en el inminente aprieto
de los Terran. En lo único en lo que estaban de acuerdo las dos castas
era en que las criaturas estaban indudablemente creadas con las ciencias
Xel'Naga. Y si era cierto que estaban creadas por los Ancianos, sería
mejor que los Protoss estuvieran en guardia. Se acordó enviar a Tassadar
y su fuerza expedicionaria a controlar los mundos Terran, intentando discernir
la severidad del peligro inminente. Para ello, Tassadar dirigió a su nave
de mando, el Gantrithor, y a casi un centenar de otras enormes naves de
guerra al sector Terran de Koprulu.
El Principio del Fin
A la llegada al sector Terran, los exploradores de Tassadar
encontraron evidencias de que la misteriosa amenaza alienígena había empezado
a causar bajas en las colonias Terran. En una inspección más cercana,
Tassadar encontró que la colonia limítrofe de Chau Sara estaba infestada
por organismos alienígenas. La superficie entera de la colonia estaba
cubierta por una sustancia tóxica espesa que erosionaba sin pasar la corteza
del planeta. Para empeorar las cosas, los "alienígenas" mismos
habían infestado o matado a la mayoría de los colonos humanos. Tassadar,
horrorizado por la devastación, solo podía preguntar por qué los Terran
no se habían apresurado a ayudar a su mundo asediado.
El Cónclave, al oír de la suerte de la colonia ordenó
inmediatamente a Tassadar que quemara el planeta entero para acabar con
la infestación. Sabiendo que el fuego erradicaría toda la vida del planeta,
Tassadar, lleno de tristeza, obedeció a sus maestros. Las pesadas naves
de guerra Protoss cargaron sus armas y abrieron fuego sobre la confiada
colonia. Esta costosa táctica tuvo éxito, destruyendo la infestación alienígena,
pero todavía había algunos mundos cercanos que, sin duda, también estaban
infestados. Tassadar fue ordenando quemar esos mundos y cualquier otro
emplazamiento Terran que tuviera la mínima posibilidad de infestación.
Trasladando su flota a la segunda colonia infestada de Mar Sara, Tassadar
empezó a dudar de la moralidad de sus ordenes. Los guerreros Terran, cogidos
totalmente por sorpresa, por el ataque inicial de los Protoss sobre Chau
Sara, lanzaron una flota de naves estelares para interceptar a la flota
de Tassadar. La flota Terran se preparo para defender la colonia de los
Protoss justo cuando Tassadar ordenaba a sus naves que se apartaran y
retiraran. Tassadar, luchando contra sus dudas interiores, no podía destruir
Mar Sara o la flota que había venido a protegerla. Busco una forma de
derrotar a los alienígenas sin eliminar arbitrariamente a la humanidad
en el proceso. De esta forma, Tassadar se negó a cumplir las ordenes genocidas
de sus Maestros. Permaneció con su flota fuera del alcance de los sensores
Terran, esperando y observando mientras la presencia alienígena seguía.
El original de esta sección se encuentra en tangocommanders,
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