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Fanfic - Por Agustín

ENCUENTRO NOCTURNO

Y ante Rainor volvió a alzarse en la noche el fragor de la batalla.

Nuevamente le pareció ver en la lejanía, abrirse el cielo y en medio de la gigantesca distorsión espacio - temporal, materializarse apartando la atmósfera como un viento huracanado que hacia colapsar las montañas, la temible flota de navios Protoss. Nuevamente en su cerebro se reflejo el rojizo cielo de Chau-Sara cubierto en segundos con las elusivas siluetas de los interceptores y el huracán de láser extenderse calcinando las construcciones, carbonizando los cuerpos en aquel mar de fuego nuclear que abrazó la décima colonia. Vio arder en la misma llama los cuerpos de mujeres, ancianos, niños, los vio arder en aquel capullo rojo que detuvo de golpe la ciega embestida de las bestias surgidas en el ácido. Fue como la furia de Dios que descendiera desde los cielos castigando por igual a ángeles y demonios. Y vio los bordes del horizonte desvanecieres como si aquel calor inhumano derritiera junto a la vida, la lejanía y la esperanza.

El ex-marine abrió los ojos a la noche cubierto de un sudor frío y pegajoso.

El silencio de los montes respondió desvaneciendo su grito en el viento.

Estaba solo,... solo, se repetía intentando reprimir aquel temblor incontrolable que lo hacía apretar con fuerza el manipulador de su fusil en las manos enfebrecidas. La brisa nocturna soplaba jugueteando con los guijarros en los oscuros cañadones, a través del receptor acústico solo le llegaba, confundiéndose con la estática, el monótono repiqueteo de los granos de arena contra el casco. Rainor cerró los ojos como si intentara conjurar las imágenes del pasado.

"Dios santo" -pensó -"Nora, Fredy, ... es como si hubiese ocurrido ayer". Pero bien sabía que un año lo separaba ya de aquella tragedia, de sus seres queridos, del sereno rostro de su esposa y de la sonrisa contagiosa de su pequeño hijo. Ambos habían muerto durante el primer golpe. "Todo debió ser instantáneo, ... sin dolor" -se decía buscando compasión aun en su propia mentira. -Misericordia señor, ...solo tenía seis años, ... era solo un niño -dijo con la voz ahogada por un dolor que hacía ya mucho había secado la última lágrima en sus resecos ojos.

La aparición de los seres del cielo había tomado desprevenidos no solo a los colonos, sino incluso a las hordas de Zergs, envueltos ambos desde hacia varias semanas en una encarnizada y desigual batalla. Todo había comenzado con las primeras desapariciones, al principio no le dieron importancia, no, ni aun cuando cesaron por completo las comunicaciones con la colonia vecina, era normal en aquellas latitudes donde la secases de géisers a menudo dejaba sin energía térmica a los asentamientos humanos por semanas, e incluso meses. El primer ataque de los monstruos los tomó totalmente desprevenidos. Larga fue la discusión de los mandos, pero finalmente la cuadrilla de "espectros" asignada al asentamiento Rigel-B había volado rumbo sur-sureste unos días antes con la orden de obtener noticias de la colonia silenciosa. Resistieron como les fue posible con todo lo que tenían: una docena de ciberg-stalkers, conocidos en la jerga como "Goliats", la mayoría defectuosos y de tercera generación y los dos únicos tanques operativos que les había dejado el mando desde la última batalla con las tropas confederadas. Aquellos cibergs se habían comportado como verdaderos héroes a pesar de ser solo un ato de máquinas defectuosas y anticuadas. Aun le parecía poder escuchar el rítmico sonido de sus dañadas articulaciones, el tableteo uniforme de las ametralladoras inmerso en la lluvia de chillidos, garras y sangre. Los pesados proyectiles fragmentarios hundiéndose en aquella amalgama de carnes, fibras y dientes, en aquel frenesí de ácido supercorrosivo que traspasaba las corazas siseante, con el empuje de aquellos seres erizados de púas que parecían desconocer el significado de la palabra piedad. Era el encuentro de dos fuerzas ciegas, la fría impersonalidad de la máquina y la no más humana furia animal.

"El infierno existe, ... nosotros lo hemos creado." -le llegó desde lo más recóndito de su mente junto a las imágenes de las informes bestias oscureciendo con sus cuerpos los respiraderos, avanzando indetenibles a lo largo de las paredes y el techo en los pasillos.

El ruido del segundo desprendimiento lo devolvió a la realidad, de forma casi automática, como un reflejo incondicionado adquirido en la casi diaria lucha con aquellos seres de pesadilla, activó el generador de impulsos de su fusil de plasma. El fulgor en la cifra del marcador digital lo tranquilizó devolviéndole un agradable calor que se extendió en una ola tibia de seguridad por todo su cuerpo. Con una agilidad poco usual para su amodorrado cuerpo bajo la escafandra de combate se deslizó tras un saliente de roca y quedó inmóvil.

Lo que sucedió a continuación tomó al terrícola de sorpresa a pesar de haber visto escenas parecidas durante meses. La primera bestia surgió del recodo en la pared rocosa con la velocidad de un rayo. La propia inercia del salto la hizo estrellarse contra los peñascos y ya Rainor colimaba al animal en la mira de su fusil cuando vio saltar sobre las peñas el gigantesco cuerpo del guerrero. "Fanáticos", los llamaban los de su propia raza, y en verdad habría que serlo para lanzarse a la carrera con solo dos inversores psionicos sobre una avanzada de tanques al asedio. Al unisono dos nuevos monstruos hicieron su aparición a grandes saltos en el estrecho cañadón. Para asombro del humano, solo una de los tensores en los brazos del proto brillaba con luz mortecina, clara señal de desperfecto en el generador de campo del guerrero. Los dos zerglins se lanzaron sobre este a una vez desde posiciones opuestas, un método bastante común en el ataque de aquellas criaturas. Un humano no habría podido resistir semejante embestida viniendo de dos cuerpos, uno solo de los cuales bastaba para superarlo ampliamente en peso, pero una vez más, Rainor fue testigo del extraño estilo de lucha de los hijos de Aiur. El fanático giró la parte superior del dorso de forma violenta e inesperada y la cuchilla en su brazo vibró azulada cruzando limpiamente a través del grueso caparazón del animal, la segunda criatura pasó como un bólido tras los inmensos flancos sin encontrar el odiado blanco, rebotó apoyando sus garras en la pared de roca pero el proto se dejó caer de espaldas siguiendo el impulso de su atacante y el as del inversor alcanzó al zergling en el vientre trazando junto a este un semicírculo de sangre y energía psionica a lo largo de la caída. Unos metros más allá el guerrero se incorporaba sobre el cuerpo destrozado de la criatura a una batalla perdida, sobre el se arrojaron de golpe dos nuevos zerglings y una inmensa Hidra a la que Rainor no había notado inmerso en la violenta escena que se desarrollaba ante sus ojos. La fuerza del encontronazo fue tal que el Aiuriano se fue de espaldas sobre el precipicio envuelto por los cuerpos sigzagueantes de los monstruos, en un segundo de tiempo detenido Rainor pudo ver el amasijo de colas azotar el aire en un abrazo de muerte y para su asombro en plena caída la luz azulenca se apagó en el brazo del proto al tiempo que los negruzcos cuerpos de sus atacantes se apartaban de este como rechazados por una fuerza sobrenatural estrallandose contra las peñas un centenar de pies ladera abajo, el cuerpo del fanático en cambio pareció rebotar despedazando las rocas a su paso y rodó entre las afiladas aristas que mordieron la coraza del proto con la misma ferocidad de los Zergs.

- Hummm !!!!, no es nada tonto ese loco. -no pudo evitar exclamar el terricola. Había notado como en el último momento el guerrero, sabiéndose perdido había optado por jugárselo todo a una sola carta, consciente de que el generador estaba a punto de apagarse, se había dejado caer sobre el abismo con sus enemigos y desconectado la cuchilla, de forma que toda la potencia que le quedaba al generador se invirtiera en el escudo, el campo de fuerza había curvado el espacio en torno suyo despidiendo a los desprevenidos Zergs en todas direcciones a la vez que le había salvado de un impacto mortal contra las rocas. La burbuja invisible había logrado asimilar la energía potencial del primer impacto sobre las peñas, pero con el segundo golpe se produjo la inevitable sobrecarga.

-Debe estar medio muerto. -se dijo Rainor mientras echaba una ojeada sobre el borde del abismo. Con incredulidad pudo comprobar como, allá abajo en el fondo del barranco, el proto hacia aun esfuerzos por incoporarse.

-Maldito fanático de mierda. -soltó en un gruñido y comenzó a descolgarse por la abrupta pendiente quitando el seguro a su arma.

Continuará....

 
 

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